Mario Vargas Llosa (2004-2016): Obras completas, Barcelona, Galaxia Gutenberg y Madrid, Espasa. [Edición de Antoni Munné].
La muerte de Vargas Llosa el 13 de abril de 2025 evoca otra muerte de muy distinto tipo: la del proyecto editorial más importante que se puso en marcha sobre su obra, que fue abortado de forma lamentable y sobre el que se ha hecho un silencio sepulcral.
El 30 de noviembre de 2019, El País publicó un artículo de Jesús Ruiz Mantilla y Carles Geli cuyo título era llamativo: «Planeta destruye su colección de Obras Completas de Círculo de Lectores». Y el subtítulo no le iba a la zaga: «El grupo notifica la decisión a los gestores de autores como Vargas Llosa, Martín Gaite o Ayala. La destrucción parcial afecta a uno de los grandes esfuerzos de la edición española».
Han pasado más de cinco años y el silencio reinante sobre aquellas incompletas Obras Completas parece confirmar una lamentable tradición hispánica: la de iniciar proyectos ambiciosos de gran calidad e interrumpirlos cuando gran parte del trabajo está hecho. Dicho en castizo: «Arrancada de caballo y parada de burro».
Si algo se puede hacer desde una revista de libros como Hedónica ante un disparate de este calibre es revisar con detalle los hechos, dar la palabra a sus protagonistas y a las instituciones pertinentes: abrir una deliberación pública sobre las razones por las que se frustró el admirable intento de publicar, por primera y última vez, una edición de Obras Completas a la altura de una obra como la de Vargas Llosa.
1. La iniciativa de Galaxia Gutenberg
Fue el gran editor Hans Meinke, a comienzos de los años noventa en el Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg, quien inició aquella gran colección de Obras Completas que se denominó Opera Mundi.
La excepcional calidad de la iniciativa, en todos los aspectos, hizo que con frecuencia fuese comparada con la mítica Biblioteca La Pléiade de Gallimard. A lo largo de dos décadas se emprendió (y en algunos casos se culminó) la publicación cuidadosa de las obras completas de autores como Rafael Alberti, Francisco Ayala, Guillermo Cabrera Infante, Elias Canetti, Fiodor Dostoievski, Federico García-Lorca, Jaime Gil de Biedma, Ramón Gómez de la Serna, Juan Goytisolo, Franz Kafka, Carmen Martín Gaite, Vladimir Nabokov, Pablo Neruda, Juan Carlos Onetti, Nicanor Parra, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa o María Zambrano.
En 2011, Círculo de Lectores pasó a manos de Planeta mientras Galaxia Gutenberg se independizaba bajo la dirección de Joan Tarrida. Los derechos de las obras completas también se dividieron; Planeta decidió quedarse con trece autores: Canetti, Lorca, Neruda, Gómez de la Serna, Goytisolo, Kafka, Parra, Paz, Vargas Llosa, Ayala, Martín Gaite y Vázquez Montalbán. Los demás fueron a manos de Tarrida, que siguió publicándolos, con el mismo nivel de calidad, en la medida en que le fue posible. El problema era que la venta media de los volúmenes era insuficiente para compensar el esfuerzo laboral y económico de una empresa tan ambiciosa.
La historia de esta epopeya editorial la resumió bien Ignacio Echevarría («Obras completas», El Cultural, 16 diciembre, 2019). Él había sido uno de los editores de aquella iniciativa, encargándose personalmente de autores como Gómez de la Serna, Kafka, Canetti, Onetti, Delibes o Parra. Sobre el primero de ellos cuenta que llegaron a salir 20 de los 21 volúmenes previstos, pero hubo que renunciar al final por la falta de atención de los medios culturales y las ventas catastróficas. Haciendo suya una opinión prácticamente general, Echevarría señalaba que «la ambición con que fue planeada la serie de Obras completas de Círculo de Lectores y Galaxia Gutenberg, los elevados estándares de calidad con que fue programada, la excelencia de su diseño y de su producción material, desbordaban con mucho la realidad del mercado español del libro». No parecía haber en nuestro país suficientes interesados en una iniciativa editorial de aquella envergadura. Y si los había, no recibieron el estímulo necesario, pues, según denuncia el editor en su posterior función de crítico: «las causas últimas de ello hay que buscarlas en la muy defectuosa atención que la mayoría de los agentes culturales suelen prestar a publicaciones de esta naturaleza, en el tratamiento rutinario que reciben por parte de la crítica, en la poca predisposición de muchos libreros a mantener en su fondo volúmenes en general gruesos y relativamente costosos, y en la falta de hábito y escaso asesoramiento de un público lector que se intimida ante libros que se le antojan demasiado caros, cuando su precio, en definitiva, es muy inferior al que supone la adquisición individual de las piezas que contienen, y que en el marco de unas obras completas se brindan, encima, con muchos mayores cuidados, esmeradamente presentados, y con útiles aparatos de notas y herramientas de consulta».
Cinco años más tarde, estas palabras de Echevarría siguen resultando iluminadoras y apuntan directamente a varias de las claves. El tiempo transcurrido hace cada vez más necesario detallar lo que ha supuesto la desastrosa interrupción de las Obras completas de Mario Vargas Llosa, cuyo editor, asesorado por el propio autor, era Antoni Munné.