«Los contemplativos», un libro de Pablo d´Ors 

Pablo d´Ors

 

1. En 1996, año en que me doctoré, mi primer manuscrito La mirada lateral, fue rechazado por más de diez editoriales. Tomé entonces la decisión de moderar mi ambición y entrar en el mundo de la literatura con una colección de relatos. De esta sabia decisión nació El estreno, que fue el volumen con el que me di a conocer en las letras españolas.

En 2021, justo 25 años después, volví a tomar la decisión de escribir un libro de cuentos. Para lo que quería contar, me pareció que el formato de la narrativa breve era, sencillamente, el mejor. Y, además —me dije—, si había empezado mi aventura literaria con cuentos, no estaría mal cerrar el círculo también con un libro de este género. Tengo predilección por los gestos modestos, lo que no significa que no haya caído bastantes veces en ciertas grandilocuencias. ¿Cómo cerrar el círculo? ¿Es que me despido de la literatura? Eso se verá; pero tengo la impresión de que, tras ocho novelas y dos colecciones de cuentos, yo ya he dicho todo lo que puedo decir en este contexto. El tiempo, en cualquier caso, lo dirá. 

 

2. Cuando era adolescente, vi dos películas muy populares que me marcaron profundamente: Grease y Rocky. No fui una excepción, por supuesto: toda mi generación quedó marcada por estos largometrajes. El impacto que me causaron fue tan hondo que, no teniendo yo nada en común con los protagonistas de esas historias, ambas películas consiguieron que yo, como tantos otros chicos, empezáramos a bailar y a vestirnos como bailaba y se vestía Travolta, así como a pelear y a caminar por nuestro barrio como boxeaba y caminaba Stallone, haciendo botar a cada paso una pelota de goma. No hace falta que diga que todos los creadores buscan la creación de mitos y que, por tanto, esas dos películas, al menos en ese sentido, consiguieron en mí  sus objetivos. 

También durante la adolescencia leí dos libros que me marcaron generaron gran impacto: El lobo estepario de Hermann Hesse, la historia de un escritor; y El peregrino ruso, un relato anónimo que cuenta la historia de un santo. También me influyeron: El hombre sin atributos de Robert Musil; El juego de los abalorios de Hermann Hesse; El evangelio según Jesucristo de José Saramago; El libro del desasosiego de Fernando Pessoa; Canto de un pájaro de Anthony de Mello; Marcas en el camino de Dag Hammarskjöld y Mis experiencias con la Verdad de Mohandas Gandhi Gi. Mi búsqueda de la identidad era con catorce o quince años tan desesperada que, junto a Travolta y a Stallone, también empecé a imitar al lobo estepario y al peregrino ruso. ¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que siempre he querido escribir libros que susciten en mis lectores lo que ciertos libros consiguieron suscitar en mí durante la adolescencia: no solo la admiración literaria, si no la transformación personal. Esta es la cuestión: lo que siempre me ha interesado contar es qué hace que una vida cambie. Cualquiera de mis títulos podría por ello subtitularse: Historia de una transformación. Ni que decir tiene que también sobre esto trata Los contemplativos. 

 

3. A lo largo de mi historia como lector me he encontrado con unos cuantos libros peligrosos, es decir, libros con un extraordinario potencial de transformación. Estoy pensando en El tercer ojo de Lobsang Rampa, por ejemplo, o en La broma de Milan Kundera, o, más recientemente, en los Ejercicios de contemplación de Franz Jalics. Tu vida no es la misma desde que te encuentras con ellos.

Hay libros que te marcan tanto que, para liberarte de su influjo, tienes que escribir tú mismo uno bajo su estela. Eso es lo que me pasó con Lecciones de ilusión, un homenaje evidente a La montaña mágica de Thomas Mann, o con Entusiasmo, un homenaje a Tentación de János Székely, o con Las ideas puras, un homenaje a Lolita de Nabokov. No creo que esto sorprenda a ninguno de mis lectores, pero sí probablemente lo haga saber que Andanzas del impresor Zollinger es un homenaje a Los ojos del hermano eterno de Stefan Zweig, o que El estupor y la maravilla es un homenaje a Maestros antiguos de Thomas Bernhard, o que Contra la juventud es un homenaje a las novelas de Kafka. Todo esto para decir que también Los contemplativos nace de otro libro: la obra magna de mi maestro de meditación, Franz Jalics. 

 

4. Los Ejercicios de contemplación llegaron a mis manos en el 2013. Hoy, en el 2023, justo una década después, publico Los contemplativos, donde relato, en forma de narración, lo que allí está dicho, muy expresivamente, por cierto, a modo de ensayo. 

De manera que el tema de Los contemplativos es el camino espiritual, que es lo que siempre más me ha interesado. Dicho de otra forma: este es un libro sobre el crecimiento personal, quizá esto ayude a situarlo en su debido marco. 

Los Ejercicios ofrecen un método para la aventura interior: un itinerario en diez etapas, en cada una de las cuales hay un asunto capital que está en juego: la percepción, la respiración, el sufrimiento, la unidad… Durante esta última década he tenido la oportunidad de realizar personalmente y de impartir a numerosos grupos estos ejercicios contemplativos, y es así como me he ido haciendo cargo de los temas que aborda. He resumido esos temas en siete categorías, y he ido descubriendo que esos son, a fin de cuentas, los grandes temas de toda búsqueda espiritual. Los buscadores espirituales son personas interesadas en saber quiénes son: gentes que se hacen preguntas más allá de lo pragmático y que no se conforman con las noticias de actualidad, pues quieren ir a la raíz, a las grandes cuestiones (el cuerpo, el vacío, la sombra, la contemplación, la identidad, el perdón, la vida cotidiana…). Pues bien, estos son, precisamente, los siete temas que aborda esta colección de relatos. 

 

5. Todos mis libros son auto-ficticios, una expresión con la que quiero decir que narran la historia de mi alma, no necesariamente mi biografía. Por supuesto que muchos de ellos toman su impulso de experiencias biográficas concretas; pero que no tomen su impulso de ahí, sino que haya una trasposición más indirecta o sutil, no significa que sean menos personales. 

Los contemplativos es también —resulta obvio— un libro tremendamente personal. En él recojo lo sustancial de mi experiencia como capellán hospitalario; lo sustancial de mi experiencia como amo de Laska, mi fiel perro durante quince años; lo sustancial de mi experiencia de marginación eclesial, cuando me encontré en la calle, teniendo que buscar trabajo. Más aún. Los contemplativos recoge lo sustancial de mi experiencia en Centroeuropa, cuando estuve en Viena haciendo mi doctorado; lo sustancial de mi liberación del peso de la cultura, una tarea en la que todavía ando embarcado; lo sustancial, en fin, de mi transformación personal: de ser un neurótico a ser un hombre de paz, del silencio a la luz, así me gusta decirlo. 

 

6. Porque todos estos cuentos —aunque contengan sombras, a las que dedico algunas páginas—, son esencialmente luminosos. Todos ellos están escritos en estado de gracia. No quiero decir con ello que sean muy buenos —eso lo dirán los lectores, si es el caso—, sino que han sido escritos con puridad de intención, es decir, sin ego, o con muy poco ego, digámoslo así; y que lo que me ha importado a la hora de parirlos ha sido disfrutar del camino de la escritura, más que obtener un resultado más o menos convincente o brillante. Casi podría decir que es el único libro que no he peleado, limitándome a disfrutarlo. Digo “casi” porque ha habido alguna página, algún cuento, que marca la excepción que confirma la regla. 

En general, ya no me peleo con la vida y, por ello, tampoco con la escritura. Después de treinta años en el oficio, debo decir que esto es algo bastante nuevo para mí. 

 

7. Cada lector leerá estos cuentos como le dé la gana, es natural. Pero yo recomiendo que se lean por orden y de principio a fin, pues el conjunto posee una intencionalidad. 

La puerta es siempre el cuerpo, por eso «El estilo Wu» es el primero de estos relatos. Con lo que uno se encuentra cuando entra por la puerta del cuerpo es con el vacío. Por eso «Iniciación al vacío» es el segundo. Tras el vacío —todos los meditadores lo saben—, vienen las sombras, de ahí «Biografía de la sombra», donde abordo la misteriosísima fascinación del mal a la que sucumbimos con tanta frecuencia. Luego, por fin, la contemplación, que es lo que se trata en el relato titulado «Torre de observación», y que sirve como punto de inflexión del libro entero. De ahí pasamos a «Casa giratoria», una historia que llevo conmigo desde hace más de dos décadas y que es el único cuento que está sin resolver, acaso porque lo que plantea aún no he podido dilucidarlo. Mi preferido es «Laska», el cuento que dedico a mi perro, porque es en el que hay más amor. Por fin, «La vía media», sobre la simplicidad, que es el primero que escribí. 

 

8. En un ensayo, un autor presenta lo que cree. Así lo hice yo en mis biografías del silencio y la de luz. En una obra narrativa, en cambio, no se presentan ideas, sino imágenes o paisajes interiores… Porque las ideas amueblan la cabeza, si es que son buenas; las imágenes, por el contrario, alimentan el alma. No en vano soñamos con imágenes, no con ideas. 

Digo esto porque este libro quiere ofrecer una amplia colección de imágenes y, en ese sentido, ha sido escrito para entrar en relación con el alma de sus lectores. Siempre he intuido que hay en mi alma muchas cosas que son idénticas a las que hay en las almas de todos mis semejantes; y esa es la esperanza que sostiene este libro: que quienes lo lean intuyan que estas historias son las suyas, que también ellos viven por dentro algo así. Sólo el futuro dirá hasta qué punto como escritor, como buscador de la verdad, he logrado tocar ese fondo común, infinito y universal, en el que todos nos reconocemos. 

Autor

  • Pablo d´Ors

    Pablo d’Ors es sacerdote, crítico literario y escritor. Se doctoró en Roma con una tesis titulada «Teopoética. Teología de la experiencia literaria». Ha compaginado sus labores pastorales con las docentes, siendo profesor de Dramaturgia y de Estética Teológica. En 2014 fundó la asociación «Amigos del Desierto». Entre sus libros destaca su Trilogía del silencio, conformada por El amigo del desierto (Anagrama, 2009-2015), Biografía del silencio (Siruela, 2012) y El olvido de sí (Pre-textos, 2013).

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